Portugues de Brasil, alla cerca y hace tiempo, nota publicada en revista negra 6, Buenos Aires, Argentina

Portugués de Brasil: allá cerca y hace tiempo.
Por Amalia Sato

Sin hacerse notar, camufladas, van entrando expresiones en la conversación de todos los días: todo bien, cómo va, preconcepto, me cayó la ficha, se me hizo un blanco, en el día a día. Y dicen que en el sur de Brasil algunos usan el vou ir. Contaminaciones que entran en el lábil campo del “portuñol”, un anónimo work in progress cultural. Un cruce entre lenguas que podría interpretarse también como efecto de una “memoria filológica instantánea”, o sea, más que como un proceso a futuro como muchos lo ven - temerosos por la corrección en medio de los contactos Mercosur-, como una posibilidad de réplicas latentes.

El espontáneo portuñol podría pensarse así como una puesta en juego de posibilidades que se fueron borrando o definiendo en direcciones diversas. Por ejemplo, la palabra “todavía” existía en portugués con el mismo sentido que en español (ahora significa “sin embargo, pero”, la palabra “tomara” (expresión de deseo en portugués) existía en el español antiguo, el “ojalá” español, de raíz musulmana, existe en el portugués con sentido religioso; la proliferación de pronombres que tanto sorprende a los brasileños, los “se lo, nos los, me las, etc”, había llegado a una fusión en portugués “lho, lha, etc.” que cayó en desuso pero que había avanzado un paso más allá.…

Y de revisar los datos de los contactos en un paneo vertiginoso por cuatro siglos, uno se deparará con sorpresas, revisando sin prejuicios, comprobando que no todo se ordenó desde las metrópolis. La diáspora obligada de cristianos nuevos a partir del siglo XVI los llevó en las naves portuguesas hacia los grandes imperios de Asia, con su límite en la misteriosa Pestaña del Mundo, como llamaban a Japón, y en el XVII hacia Brasil, en un proceso globalizador tan inédito, que todavía el fado llora la muerte de ese reino cuyos marineros eran arengados desde las proas con un “Buscad al Leviatán”.

Los pueblos ibéricos, agentes de la revolución mercantil, desencadenadores de la primera ruptura efectiva del feudalismo europeo en un torbellino que continentalizaría dos lenguas y daría lugar al mestizaje, surcaron el planeta. Así, las islas Azores eran un reservorio humano de donde provino buena parte de los pobladores de Brasil que ya tenían una lengua isleña híbrida “crioula”- se llaman así las lenguas generadas a partir de contactos comerciales, conformadas por necesidad, improvisadas y transmitidas por generaciones -. (Aclaremos que el término que es elogioso en el español argentino tiene una potencia inesperada en portugués, originado del portugués criadouro -transformado en boca de los esclavos negros-, pues abarca estos significados: animal nacido en nuestro poder, el esclavo nacido y criado en casa del señor, el esclavo nacido en las colonias en oposición al importado, el modo de hablar de las colonias en oposición al de la metrópoli).

Haciendo a un lado los prejuicios, se destacan la creatividad, la simplificación poética, la capacidad metafórica, visual, onomatopéyica de los “iletrados”. El lingüista alemán Rodolfo Lenz era un apasionado por el papiamento, el criollo-español de la isla de Curazao – derivado del portugués de los esclavos, así como lo era el habla con que en Surinam (Guayana Holandesa) se comunicaban los saramacanos (negros libres que se fugaban a los bosques). Si se agrega el dato de que la lengua general del Brasil durante la colonia fue hasta el siglo XVIII el tupi, empleado en la vida cotidiana hasta comienzos del siglo XIX, y que ahora sólo se conserva en el Amazonas, y este otro hecho: que el portugués era usado como lengua general en las costas de África y que ya conformaba un habla criolla que se expandió a las colonias españolas, francesas e inglesas, o que los negros malés que llegaban a Bahía eran musulmanes letrados, el mapa adquiere una complejidad necesaria. Sin olvidar a Goa, la dorada capital del imperio portugués de Oriente en India durante los siglos XVI y XVII, donde también los cafres de Mozambique contribuyeron a un portugués crioulo. Y hay ejemplos de otros híbridos en todas las geografías, como el sabir, habla de la Edad Media que permitía la comunicación de cristianos, turcos y árabes; o el chinook, que con base en lenguas aborígenes, comunicaba a ingleses y franceses con los habitantes de Alaska – . Lenguas de emergencia, improvisadas sobre la marcha. Inasibles.
Prueba de la fertilidad que el concepto de alteridades despierta, el año pasado se exhibió una muestra denominada Portuñol, coordinada por Ivana Martínez Vollaro junto con la Fundación Centro de Estudos Brasileiros, y la respuesta a la convocatoria que se lanzó por cadena de mail no pudo ser más fructífera: 122 artistas y laicos respondieron enviando trabajos de lo más diversos. Remeras, afiches, diarios de viaje, poemas, revistas como La Grieta, Grumo, Tse Tse y Vereda Brasil, mapas brasileños, objetos de culto, recetas de cocina, esculturas de arena, un morro de hielo teñido de verde, un metegol con sus veinte muñequitos, diez Maradona y diez Pelé, una bandera fusión bordada para un imaginario país “el Argensil”, etc, etc. En fin, la palabra que tanto escozor provoca a quienes aspiran a un bilingüismo sin deslices desde dos culturas tan diferentes, resultó en el caso de esta muestra, y desde experiencias totalmente conscientes de la diferencia, el detonante de trabajos que nacieron del más puro placer. El error tomado desde su costado lúdico, la mezcla asumida desde la más democrática paridad, la “gastada” poetizada desde la ternura. La vacilación, la tensión, la ilusión y el estereotipo asumidos desde el humor. En fin, el guiño bipartito sobre los malentendidos, lanzado al ping pong poético más imprevisible.

Y para contribuir y concluir estos apuntes: si hubiera derecho a voto, como lo tienen los académicos, seguramente serían bienvenidas nuevas expresiones metafóricas de las que abundan en el portugués: ¿qué tal, qué rasgar de sedas (que rasgação de sedas) por tirarse flores, papagaio de pirata por cholulo, tevé de cachorro por spiedo, criado mudo por mesita de luz, lombriguento para insaciable, el buey mugiendo (o bói berrando) por carne casi cruda?. Más, para una lengua plegadiza, doble, devoración poética de cruces culturales. Lo cierto es que muta sola, para nuestra sorpresa. Continuará.

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