Aka tombo.publicado en la revista al oído, 2011

Dooyoo. El género de las canciones japonesas para niños. Hoy: Aka tombo / Libélulas rojas (1921)
Por Amalia Sato
Con ilustración de Nicolás Prior

Libélulas rojas en el atardecer./¿Cuándo las vi cargado sobre su espalda?/¿Será ilusión? ¿Habrá sido cuando en la montaña recogíamos moras con una canastita? A los quince años, esta criada se casó y no supe más de ella. / Libélula roja en el atardecer, posada en la punta de una caña.
Aka tombo, una de las canciones más populares en Japón, no hay niño que no sepa entonarla. Su melodía toca las fibras más íntimas de una memoria colectiva. La letra evoca una escena de la más temprana niñez, un varoncito llevado sobre las espaldas de una joven que trabaja en su casa como criada, y el recuerdo de esa escena teñido de rojo y de punzante nostalgia y un tenue erotismo.
El autor de la letra es Miki Rofuu (1889-1964), poeta simbolista, practicante católico, que fue instructor en un monasterio trapense, pero sobre todo autor de poemas para niños.
Poemas que se inscriben en un movimiento que vertebró muchas inquietudes de las épocas Taishoo y Shoowa, cuando el flujo de influencias occidentales se producía ya de una manera plena y rica, como una incorporación conscientemente modificadora: poetas y músicos se entregaron a crear¬¬¬¬¬ canciones infantiles, canciones de cuna, en colaboraciones sin par que crearon un repertorio absolutamente vigente todavía en las escuelas. Rofuu definía a estas canciones dedicadas a los niños, dooyoo, (término que designa este nuevo género), como “poemas escritos en el lenguaje sencillo de los niños pero con la calidad de verdaderos poemas”.Las revistas dedicadas a la literatura infantil: Pájaro rojo, Club de jóvenes, Buenos Amigos, Una bellota, Revista para niños, son joyas de diseño y contenido.
La música de Aka tombo pertenece a un autor también fascinante, Kosaku Yamada (1886-1965), formado en la Escuela de Música de Tokio, quien estudió en Berlín entre 1910 y 1913 en la Berlin Hochschule, con maestros como Marx Bruch y K.L.Wolf, y estuvo luego dos años en Estados Unidos. De regreso a Japón fue un entusiasta difusor del método Dalcroze, y el primero en dirigir “Preludio a la siesta de un fauno” de Debussy, así como en promover el conocimiento de compositores como Gershwin, Sibelius, Dvorak, etc. Autor de 1.600 obras, de las cuales 700 son canciones, a él se le debe también la primera ópera japonesa, Kurofune (Navío negro). Además fue afamado director, que llegó a estar al frente de la New Yorl Philarmonic en el Carnegie Hall.
La libélula más famosa es ahora la de esta canción, pero hay una larga tradición en la cual inscribirla. Al delicado insecto se lo asocia desde siempre con el final del verano y es símbolo de coraje, fuerza y alegría. Para los antiguos la isla principal del archipiélago tenía la forma de una libélula gigante, y en las primeras crónicas a este insecto protector de las cosechas de arroz lo llamaban akitsu, y tan importante era que el primitivo nombre del actual Japón era Akitsushima, o sea IsIa de la Libélula. Hasta una historia cuenta que el emperador Jinmu fue picado por un mosquito, el cual fue comido por una libélula justiciera. Las excursiones para ir a cazarlas eran también un evento que se practicaba con la ayuda de palos o con cuerdas que llevaban piedras envueltas en una tela atadas en un extremo, elementos que se utilizaban para atrapar a las libélulas y guardarlas en cajitas de bambú, o para atarlas en la punta de un hilo como si fueran cometas.
Dos versiones extremas de la canción Aka tombo, entre tantas otras, pueden disfrutarse en la red: la de Aiko Moriyama cuya voz magistralmente tiembla como en el canto tradicional, y la de Hatsune Miku, la cantante holograma de pelo color calipso, con su metálica voz electrónica.

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