Verano. Ceremoniales del verano. Ultima colaboración en la revista Barzón



Barzón. 31. Ceremoniales del verano Por Amalia Sato El solsticio, inicio del verano, en nuestro hemisferio sur tendrá lugar el 21 de diciembre a las 17.33 y ningún festejo en especial se prevé para la fecha. En cambio en el Hemisferio Norte se lo celebra con fiestas de fuego, rebautizadas la Noche de San Juan por el Cristianismo, de modo que los 21 de junio allí son días notables. Desde hace cinco mil años en muchas culturas el encuentro alrededor de las llamas para saltar y bailar y purificarse, la quema de muñecos para que se lleven todo lo malo y los ritos de fertilidad, simbolizan el poder del Sol y son la expresión de un deseo de colaboración humana para que el astro renueve su energía ese día, considerado una “puerta” a grandes cambios en los antiguos mitos griegos. ¿Será que la exaltación del esplendor solar continúa, podríamos decir, en el culto a albercas o piscinas? En ese caso el afiche perfecto podría ser A Bigger Splash de David Hockney (1967), pintura que con su trampolín, el azul eléctrico del agua sacudida y la implacable luz californiana sin sombras y su protagonista invisible es un ícono del ocio acuático privado. “Me llevó dos semanas pintar un evento que dura dos segundos” dijo su autor, con una frase breve como ese haiku que convoca a la rana innombrada que se lanza a un viejo estanque en el poema del poeta japonés Bashoo. Sin duda, lo del estío como momento de la abundancia cosechada, se revela en que sea tiempo de gazpacho, vichyssoise y sangrías y, como anuncian los folletos turísticos, estación de los festivales de la vendimia, el lino, el lúpulo, el sol, el salmón, la Pachamama, la fruta fina, la cereza o el curanto. Este último plato, propio de la culinaria mapuche, un manjar que emerge de la tierra humeante, preparado en un hoyo cubierto de piedras calientes, resume bien este esplendor. Pero la fruta reina de la saison es claro la sandía, o paitilla, o aguamelón, fruto desmesurado y feliz; por su rojo y verde tan mexicanos, Rufino Tamayo y Frida Kahlo la homenajearon y Frida la tomó como protagonista de su último cuadro de 1954, con la leyenda Qué bonita es la vida cuando nos da sus riquezas. También otro artista pero del movimiento boquense, Luis José Pisano, en cuya memoria quedaron grabadas las playas de su Ischia natal con voluptuosas sandías partidas al sol, reverenció con tal pasión el tema que mereció ser llamado pintor de sandías. En fin, ¿será que si buscamos la asociación de verano y fuego, hasta en las noches de fiesta estivales, con su mobiliario lounge de puf, sillones blancos y mesitas para la acción relajada e indolente, iluminada por velones aromáticos, o en los bares que con sus estanterías iluminadas convierten a las botellas en gemas coloridas como llamas en composé con la musicalización chill out, o en las juveniles guitarreadas en la playa alrededor de ramas crepitantes iluminando rostros bronceados, quizá haya un resto de los ceremoniales que buscan la purificación en la llama, en honor del sol en su cenit?

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